Caminando la Argentina: Tucumán

En la columna «Caminando la Argentina» que sale por «Verdes y Frites», recorreremos las provincias de nuestro país de la mano de Gonzalo Yurkievich: Licenciado en Geografía y Doctor en Historia.

Su capital es San Miguel de Tucumán, la ciudad más grande del Norte Argentino y la 5.ª más extensa y poblada del país con poco más de un millón de habitantes en su área metropolitana. Está ubicada en el noroeste del país, en la región del Norte Grande Argentino, limitando al norte con Salta, al este con Santiago del Estero y al sur y oeste con Catamarca.

La provincia es la mayor productora de limones del mundo. Fue escenario del Congreso de Tucumán entre los años 1816 y 1820 que, entre otras cosas, declaró la Independencia de las Provincias Unidas del Sud (primer nombre oficial del Estado soberano llamado Argentina) respecto a España y cualquier otro poder extranjero, el 9 de julio de 1816. Razón por la cual ese día se vuelve capital simbólica de la República Argentina , por decreto del Poder Ejecutivo Nacional Num. 81/1991. Es la provincia de menor superficie de la Argentina y la de mayor densidad de población del país. En 2016 Tucumán fue sede de los festejos del Bicentenario de la Independencia de la República Argentina.

HISTORIA

La ciudad capital de Tucumán ha jugado un rol importante a lo largo de la historia de la Argentina, y en muchos sentidos se ha ido anticipando a los vaivenes del país en sus más de 200 años. Esta ciudad y su población tuvo un papel fundamental en la conformación y organización del país, llegando a ser sede del Congreso que declaró la Independencia Argentina, además de ser escenario de múltiples luchas, guerras y de acontecimientos sociales importantes entre ellas la Batalla de Tucumán.

calchaquíes, quilmes, tolombones, amaichas, pueblos sedentarios asentados en toda el área montañosa del oeste tucumano, eran hábiles tejedores y alfareros. Cultivaban el maíz, el zapallo, diversas variedades de la papa, porotos y la quinoa en un sistema de andenes y terrazas dotados de irrigación, recolectaban las bayas del algarrobo criollo. Criaban llamas, alpacas y vicuñas, que les brindaban carne, leche y lana. Su organización política era la de jefaturas y, en algunos casos de acumulación del poder, señoríos. Practicaban una rudimentaria minería y estaban bien organizados al mando de un cacique. Esencialmente pacíficos, eran buenos y tenaces guerreros cuando la situación lo requería. Hacia 1480 el área “diaguita”, es decir la extremo occidental correspondiente a la actual provincia de Tucumán fue ocupada por el Tahuantinsuyu que estableció en las laderas de la Sierra del Aconquija su límite oriental (La Sierra del Aconquija y Las Cumbres Calchaquíes fueron las que los incas consideraron la cordillera del Anti), estableciendo (en los elevados faldeos de esta) algunas pequeñas fortificaciones (pukara) como la de La Ciudacita en el sector del hoy parque nacional Campo de los Alisos, los inca apenas fueron soportados por las poblaciones locales y sus incursiones por el Valle de Tafí o por la Quebrada del Portugués fueron rechazadas por los despectivamente llamados en quechua “surí”, es decir: los lule y los vilela pueblos que habitaban la mayor parte del actual territorio provincial (el centro y este del mismo), los lule como los vilela y los toconoté aunque eran sedentarios y horticultores basaban gran parte de su estructura económica en la caza y recolección esto debido a la feracidad y gran cantidad de recursos alimenticios silvestres del territorio que habitaban.

Al este, llanuras que forman parte de la región de las yungas, llamadas pampas de Tucumán.
Al oeste, tres cadenas montañosas: al norte, las Cumbres Calchaquíes pertenecientes a la Cordillera Oriental, con un bioma de chaco serrano; al sur, la Cadena del Aconquija el cordón más septentrional perteneciente a las Sierras Pampeanas, con bioma de yungas. La unión entre estos dos cordones se produce en el hermoso Valle de Tafí cubierto de prados y céspedes montañosos. En el extremo noroeste de Tucumán, se encuentra una tercera cadena montañosa, las Sierras de El Cajón o Quilmes, que delimitan los Valles Calchaquíes, con bioma de monte y prepuna.
Al noreste, las Sierras Subandinas representadas por las Sierras de Burruyacú, con bioma de yungas.
Las mayores alturas de la provincia se encuentran en el Cerro del Bolsón de 5550 m s. n. m. y el Cerro de las Dos Lagunas (o de los Cóndores), de 5450 m s. n. m., ambos en los Nevados del Aconquija, cubierta de nieves eternas, donde se encuentra el Glaciar Chimberí.

Economía
Desde el período colonial se desarrolló la vitivinicultura en las estancias jesuíticas establecidas en el territorio de la actual provincia de Tucumán, luego a esto se sumó una importante y el skeler tradicional industria del cuero(curtiembres, talabartería y marroquinería), a fines del siglo xviii se desarrolló la producción de aguardientesacompañada de medianos cultivos de arroz, esto y la introducción de la caña azucarera atribuida al obispo Colombres restó importancia a la vitivinicultura que no podía competir cuantitativamente con la desarrollada en otras provincias (por ejemplo en Tarija), sin embargo las postrimerías del s.XVIII y gran parte del siglo xix se caracterizaron por la importancica que cobró en Tucumán la fabricación de carruajes para los transportes a largas distancias. En zonas más apartadas se desarrolló una primorosa industria textil como la de las randas y encajes de Raco.

El PBG (Producto Bruto Geográfico) de Tucumán representa alrededor del 2,6% del PBI de Argentina, en el top n°6 a nivel nacional. ‘Esto convierte a Tucumán en la provincia con mayor capacidad productiva de la Región del Norte Grande Argentino.’ Además, y sobre todo en la ultima década, la capital Tucumana fue la ciudad del norte grande con mayor concentración de oficinas y sedes administrativas de empresas que operan a nivel nacional y también funciona como acceso de muchas empresas internacionales a la región norte del país.

La industria tucumana ya era de bastante importancia en el periodo colonial español, en esa época el área territorial de San Miguel de Tucumán fabricaba indispensables carretas, arreos, arneses y calzados (talabartería), textiles (entre los que persisten los bordados llamados randas de Raco), las “Pampas de Tucumán” (la región llana y despejada de árboles ubicada en torno al núcleo urbano) eran uno de los grandes centros de cría y concentración de ganados mulares, equinos y vacunos cuyo mercado era el Alto Perú, también producía aguardiente de caña, así como quesos. Por otra parte la zona de esta provincia era una de las grandes etapas de las rutas comerciales lo que dio origen a ferias de las cuales perdura la gran Feria de Simoca.
Desde fines de siglo xix y hasta la segunda mitad de los 1960s la economía tucumana se centró en un monocultivo industrial de caña de azúcar; la crisis del consumo de azúcar fue acompañada de una fuerte crisis socioeconómica hasta que se implementaron actividades sustitutas (por ello, en la década de 1970 más de 200.000 tucumanos debieron emigrar al conurbano bonaerense).
La producción cañera tucumana se mantuvo sin embargo en las zonas de minifundios organizados en cooperativas. La substitución en los latifundios antiguamente cañeros que poseían grandes “ingenios” (centros de procesado de la caña) se realizó más lentamente, diversificándose la producción en cultivos de mayor rentabilidad: palta, arándano azul, frutilla,chirimoya, tomate, chilto (Solanum betaceum), kiwis, cayotes, papas, viñedos y, sobre todo, limón: la Argentina es el mayor exportador mundial de limones, y el 97% de la cosecha de limones para exportación — y el 80% de la producción total del país— se realiza en la provincia de Tucumán.


Entrado el nuevo siglo, la industria azucarera tucumana volvió a adquirir trascendencia, y cuenta con interesantes perspectivas en cuanto a la generación de biocombustible (bioetanol).
En la actividad primaria de la agricultura tienen gran relevancia la caña de azúcar (1.er. productor nacional), la palta (también 1.er. productor nacional), la frutilla (2.º productor nacional), el arándano (3.er. productor nacional) y cultivos intensivos como los de soja, maíz, trigo y poroto, tomate y diversas variedades de horticultura y el tabaco.

Entre las principales actividades agroindustriales se encuentran los complejos del azúcar y del limón, que abarcan desde la producción primaria, pasando por las diversas etapas de procesamiento hasta el producto final, obteniéndose, en el caso del limón, desde fruta en fresco clasificada y empacada hasta productos industriales como jugos concentrados o aceites esenciales.
Tucumán es en azúcar, el primer productor nacional ya que representa el 65% de la producción argentina.
Además, Tucumán es el primer productor mundial de limones y también el principal industrializador de esta fruta. Y desde inicios del presente siglo xxi la provincia de Tucumán destaca en ser una de las principales productoras de chía del planeta.

La producción agraria de Tucumán, al igual que la de todo en noreste argentino, se encuentra organizada en minifundios de muy baja tecnificación y en latifundios que monopolizan la comercialización de la producción, principalmente, la azucarera. Esta estructura agraria ha beneficiado en gran medida a los grandes productores y los ingenios azucareros, sobre todo desde la década de 1970. Como consecuencia de la crisis que generó una política agraria tan desigual, cientos de miles de tucumanos migraron hacia el Gran Buenos Aires.

Otras actividades que tienen una fuerte participación en la generación de valor en la provincia son las industrias: automotriz (por ejemplo camiones y material ferroviario –con importantes talleres en Tafí Viejo–), textil y calzado, golosinas (alfeñiques, caramelos, galletitas etc.), gaseosas, papel (en especial “papel prensa”) a partir del bagazo de caña, cerveza, productos electrónicos (radioreceptores, pilas), fósforos y productos lácteos como los quesillos y quesos principalmente en Tafí del Valle, a esto se suma la miel de abeja y la melaza de caña. Recientemente comenzó también a desarrollarse la industria vitivinícola en los Valles Calchaquíes tucumanos. En 2014 se registró una producción total de 1.033.500 litros de vino, en 86 ha, surgido de las siguientes bodegas: Arcas de Tolombón, Las Mojarras, La Churita, Alto la Ciénaga, Río de Arena, Finca La Silvia, Bodega Cerro el Pelao, Comunidad de Los Zazos, Posse, Marebbe, La Constancia y Valle de Choromoro.
El PBG (Producto Bruto Geográfico) de Tucumán representa alrededor del 2,1% del PBI de Argentina. Esto determina que Tucumán sea la provincia con la mayor economía de la Región del Norte Grande Argentino.

Curiosidades tucumanas
La Casa Histórica está ubicada en la calle Congreso de Tucumán, nombre puesto en honor a lo ocurrido en 1816. Pero Curiosidades ¿sabías que antes de 1816 esa calle (una de las principales de la ciudad) se llamaba Calle del Rey?
No nos gusta que nombren la Casa Histórica como “casita”. Somos amables, pero bien orgullosos de nuestra provincia.
Nuestra tonada es única, solemos cortar las palabras y tenemos una forma muy peculiar de pronunciar la ere. A muchos turistas les gusta cómo hablamos, específicamente, la pronunciación de esa letra.
Si bien la fama la tienen los santiagueños, nos encanta dormir la siesta. Solemos trabajar horario cortado, para comer en casa, dormir una buena siesta y salir a trabajar a la tarde.
¿A qué no sabías estas curiosidades gastronómicas? La empanada no es la única comida famosa en nuestra provincia, el sánguche de milanesa cada vez gana más adeptos e, incluso, ya festeja un día propio. Otra curiosidad gastronómica que tenemos en Tucumán es la achilata, perfecta para el verano. Es un helado que se vende en las calles de color rosa. Muy pocos saben cómo se hace, y tampoco se lo preguntan, solo lo disfrutan.
En nuestras calles abundan los naranjos, pero ojo: las naranjas suelen ser muy acidas para comer, con ellas se hacen mermeladas. Para esto son perfectas.
Tucumán o el Jardín de la república (apodo que se ganó por sus coloridos y abundantes árboles) es la provincia más pequeña entre todas las argentinas. Sin embargo, su abultada población la convierte en una de las más densamente pobladas de todo el país: más de 1,5 millones de personas son las que habitan en suelo tucumano.

Los indios del Cuzco conquistaron el valle central de Chile y organizaron una provincia, unida al imperio por un largo camino que pasaba por los valles que ahora se llaman calchaquíes; pero los diaguitas se rebelaron contra los intrusos que se metían por sus tierras, y entonces del Cuzco mandaron una tropa que les dio una paliza, que los asoló y los devastó. Parece que calcháqui deriva de una voz quichua que significa desolado, devastado, y de allí que los españoles le dieran a los valles el nombre con el que los del Cuzco los llamaban, ya que los conquistadores llegaron aquí de la mano de los cuzqueños que oficiaban de guías e intérpretes.

La capital superó sus límites originales dando origen al área metropolitana conocida como el Gran San Miguel de Tucumán. Según el último censo, tiene 800.000 habitantes. Este año debiera haber otro censo, pero con tantos problemas, a quién se le ocurre.

San Miguel de Tucumán es la capital de los tucumanos después de la reforma constitucional de Bussi. Pero no lo dice expresamente sino que se desprende de sus dos primeros artículos: El primero comienza diciendo “La provincia de Tucumán…”. Mientras el segundo sostiene “Las autoridades superiores del gobierno tendrán su sede en la ciudad de San Miguel de Tucumán, que es la capital de la Provincia”. Más claro, soda.

Miguel es en hebreo es ´mi-ka-El´ que significa “Dios es incomparable”. Es uno de los arcángeles, jefe de la milicia celestial y vencedor de Lucifer. Protector del pueblo de Israel y de las iglesias cristianas. El hipocorístico en la Argentina suele ser “Migui” o “Migue”, mientras en Chile es “Milicho”, mire usted.

Entre las teorías sobre el origen de su nombre, la más plausible parece ser la que sostiene que fue un regalo de un rey inca a uno de sus soldados, un tal Tucma que nunca vino a visitar sus tierras.

Sólo tres veces, desde 1565 (fundación de la ciudad), la nieve ha cubierto la ciudad. En julio de 1920, el 9 de julio del 2007 y el 2 dejulio del 2010. También nevó en varios lugares cercanos.

El departamento capital tiene una superficie de 90 kilómetros cuadrados. La mayor parte está urbanizada a excepción de algunas partes del cuadrante noreste.

En el 2017, la pista del aeropuerto Benjamín Matienzo fue remodelada completamente y ampliada, convirtiéndola en la segunda más larga del país. Ahora recibe aviones inmensos, como el Boeing 747, que le dicen Jumbo y uno de los más grandes del mundo.

La Casa Histórica quedaba sobre la Calle del Rey, pero luego de la declaración le pusieron el nombre Congreso, en honor a ese 9 de julio de 1816. Los porteños le dicen “la casita de Tucumán”, pero abarca casi una manzana.

Los problemas de límites con Santiago se zanjaron durante el último gobierno de los militares en la Argentina. Como se sabe, le dimos a los santiagueños Las Termas de Río Hondo y nos quedamos con Las Cejas, dos ciudades que estaban en disputa. ¿Quiénes ganaron con la repartija, los tucumanos o los santiagueños? No sé, ¿usted qué opina?

La estatua de Cristo más alta del pais en el cerro San Javier

La feria de los sábados en Simoca es una de las más grandes del país.

LEYENDA DEL CASTILLO DEL CASTORAL

El Castillo del Castoral encierra un pasado de misterios y una historia de amor. Ubicado en las afueras de Simoca, a orillas del río Salí, fue construido por el alemán, Otto Ruckaeberle. La leyenda cuenta que Inés Beruti, una mujer francesa, muy hermosa, le pidió al alemán la construcción de esta propiedad como prueba de su amor.
Una vez construido el castillo, se realizaban fiestas en el lugar donde abundaban los lujos, predominaba el licor, las mujeres y la música; y sus invitados, junto al personal de servicio eran extranjeros. Alrededor del 1913 y sin dar explicaciones por parte de su dueño, el sitio quedó abandonado.
El castillo recibió ese nombre porque en ese lugar se cultivaba el castor de cuyas semillas se extraía un aceite tipo industrial, que el alemán comercializaba en Europa. Actualmente, el sitio se encuentra en ruinas y, desde que cerró sus puertas, se originaron muchas leyendas que encierran misterios, por ejemplo la leyenda de “la luz”. Los lugareños aseguran que en el castillo se eleva una luz hasta una determinada altura y esta se dirige hasta el cementerio, y luego regresa al mismo lugar.
Otra leyenda que se cuenta en las afueras de Simoca es que las luces del salón blanco de la Casa de Gobierno de Tucumán pertenecían al Salón de Fiestas del Castillo “El Castoral”. Las personas que trabajan en esta sede, por ejemplo los guardias que custodian la Casa de Gobierno, aseguran que por las noches se escuchan pasos, pero cuando van a ver si alguien quedó adentro, quizá cumpliendo todavía con sus trabajos, de repente se dejan de oír aquellos pasos y no se observa absolutamente nada. El personal de seguridad no puede explicar qué es lo que pasa en este sitio.
También existe un testimonio del cuidador del castillo, el señor Zenón Juárez, quien decía que, en la temporada de invierno, permanecer en ese lugar era para valientes. ¿Por qué afirmaba esto? Porque este sereno afirmaba que, en sus recorridos por el castillo, se oían pasos imponentes y él lo relacionaba con el alma del dueño del castillo que paseaba por su propiedad. Cuando escuchaba estos lentos pasos, se apresuraba a llegar donde se los sentía más de cerca y, cuando por fin se aproximaba, no había nada. Se estremecía, pero luego seguía con sus labores. “Una noche se nos presentó un joven extranjero y nos pidió que lo dejáramos pasar la noche en la casa. Le advertimos que se escuchaban cosas raras. No sabía decir qué le sucedió esa noche, pero amaneció en la puerta del Castillo muy asustado”, relató Juárez.

De este tipo de leyendas hay muchas, y una que se afirma con certeza, y que se relaciona con la riqueza que poseía el señor Otto Ruckaeberle, es que el alemán había hecho un pacto con el Perro Familiar. Su éxito, una vida de lujos, un romance con una de las mujeres más codiciadas por su flamante belleza, y luego los sucesos paranormales que abundan en ese lugar, son todos episodios que los lugareños hasta hoy lo asocian con este pacto.

FIESTA NACIONAL DE LA EMPANADA

¿Qué diferencia hay entre la tradicional empanada de Tucumán y las que se hacen en el resto del país? Según los tucumanos el secreto está en la masa, en el relleno y por supuesto, en la mano de quien la cocina.
Jugosa, con carne de matambre cortada a cuchillo, hervida en un delicioso caldo que luego se reserva para utilizar en el resto de la preparación, lleva cebolla de verdeo rehogada y huevo duro picado. El tamaño es el de la palma de la mano y la cantidad de relleno para las “tapitas” es de dos cucharadas soperas

No se sabe muy bien por qué, pero el 8 de abril de cada año se festeja el Día internacional de la Empanada. Desde hace más de 30 años esta fecha comenzó a conmemorarse en diferentes países del mundo. Actualmente hay festivales y festejos regionales en diversas fechas.
Este sábado no es la excepción y en muchas de las provincias de Argentina se realizan una serie de eventos y, por qué no, descuentos para adquirir uno de los manjares más preciados de la Argentina.
En Tucumán, cuna indiscutible y embajadora del sabor de la empanada argentina en el mundo, sin embargo, la Fiesta Nacional de la Empanada suele realizarse entre septiembre y noviembre con Famaillá como el epicentro, capital nacional de este plato tradicional que, curiosamente, no tiene su origen en el país.
Es interesante remontarnos a la Antigua Grecia, donde se comenzaron a preparar empanadas con masa phillo, las cuales se rellenaban con vegetales y se utilizaban como alimento para los pastores. Con la llegada de las invasiones árabes, este plato se difundió por la península ibérica y, posteriormente, durante el proceso de colonización de América Latina, se popularizó en distintas regiones del continente.
En Argentina, con la migración interna de habitantes provenientes de provincias del interior hacia Buenos Aires, en la década de 1950, las empanadas llegaron a la Ciudad de Buenos Aires y se convirtieron en uno de los cinco alimentos más consumidos por los porteños.
Según cuenta el crítico enogastronómico y periodista Pietro Sorba en su libro “Santa Empanada” (Planeta), “las empanadas surgen de la necesidad de solucionar varios problemas: ensamblar, conservar, transportar, vender, fraccionar, presentar y, por supuesto, comer de manera práctica y sin utensilios”.
“La empanada es una síntesis de palabras y saberes antiguos -sigue Sorba en su relato-. Los responsables de su aparición en América fueron los conquistadores españoles. Lo demuestra la presencia de su nombre en libros de cocina ibéricos anteriores o contemporáneos a la época de Cristóbal Colón”.
“Argentina logró la presencia y la identificación de la empanada, y mucha gente cuando lo ve lo reconoce. Un poco es como pasa como la carne. Eso es muy bueno porque habla bien de nosotros, de nuestra cultura gastronómica, que de alguna manera llegó a mercados revolucionados más maduros que buscan productos confiables”.


En el año 2010, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina realizó un cálculo para determinar la cantidad de tapas de empanadas vendidas a nivel industrial y el resultado fue sorprendente: en promedio, cada argentino consumió 1,4 kg de tapas frescas en un año. Considerando que cada tapa de empanada pesa alrededor de 28 gramos, esto significa que cada persona utilizó alrededor de 50 tapas de empanada en un año.
Teniendo en cuenta que Argentina cuenta con cerca de 46 millones de habitantes, esto implica que se elaboran aproximadamente 6.301.000 millones de empanadas por día en el país. Si a esto le sumamos las empanadas que se elaboran a nivel doméstico, la cifra asciende a diez millones de unidades “solo en Argentina”. Es importante destacar que la empanada figura entre los cinco alimentos más elegidos por los argentinos, ocupando el tercer lugar según APYCE (Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas de la República Argentina). Sin embargo, según una popular aplicación de delivery en nuestro país, las empanadas son el segundo plato más solicitado después de la pizza y son el complemento ideal para un asado.
De acuerdo a una encuesta realizada recientemente, las empanadas de “carne suave” son las preferidas por los argentinos, con un 20% de votos, seguidas muy de cerca por las de “jamón y queso” en segundo lugar, con un 19%. En tercer lugar se encuentran las empanadas de “pollo” con un 11% de preferencia, mientras que las de “carne a cuchillo” quedan en cuarto lugar con un 10%. Las empanadas de “humita”, “verduras”, “roquefort con jamón”, “carne picante” y “capresse” ocupan el quinto lugar, con un 5% de votos cada una. Por último, las empanadas de “cebolla”, “calabaza” y “cheese burger” fueron elegidas por el 4% de los argentinos.

Los pecados capitales de la empanada
¿Conocías que en algunas provincias argentinas, como Catamarca, Jujuy, La Rioja y Salta, se mezcla carne con cubitos de papa en las empanadas?

En Jujuy, suelen agregar arvejas para darle un toque de sabor. En todo el país, es común utilizar pollo como ingrediente en las empanadas, y en algunas regiones, como el NOA y parte del Litoral, se agrega charqui. En Santiago del Estero y San Luis, se usan pasas de uva y aceitunas para agregar más sabor.
En la región de Cuyo, es frecuente agregar una gran cantidad de cebolla, mientras que en Tucumán la proporción de carne es mayor que la de otros ingredientes.
El comino autóctono recién molido es un ingrediente clave en las empanadas de Catamarca, mientras que el pimiento morrón le da un sabor distintivo a las empanadas de pescado de río del Litoral.
En varias regiones del país, se utiliza el ají molido, el pimentón y el comino para darle un toque especial al relleno.
En algunas provincias, como las que comparten región y cultura guaraní, se utiliza mandioca y harina paraguaya en la masa, lo que les da una textura diferente.
En Córdoba, por su parte, se incorporan tomates e incluso zanahorias, lo que les da un sabor único.
En todas las variantes de empanadas, la cebolla cumple un rol fundamental ya que absorbe los condimentos y genera una combinación perfecta con los otros ingredientes.
En Tucumán, cuna indiscutible del sabor único e inconfundible de la verdadera empanada, la clave está en el relleno de matambre vacuno cortado a cuchillo. Nada de arvejas, ni pensar en pasas ni mucho menos papa. En 1980 y después de mucho andar y desandar, las empanadas tucumanas se abrieron paso creando la Fiesta Nacional de las Empanadas de Famaillá con la elección de la Campeona de las Empanadas. Se festeja en Septiembre y con 13 repulgues, como dice la tradición.

La Laguna Encantada
Cuentan que en los valles, los indios, tenían riquezas, piezas importantes en metales preciosos como oro y adornos varios en bronce (collares, brazaletes, escudos, discos…). Los andalhualas que habitaban la región homónima en el Departamento de Santa María, Catamarca, tenían una cadena de oro para rodear la plaza comunal que utilizaban para realizar ceremonias especiales y una especie de silla de oro también, para el curaca. Cuando supieron que llegaban los españoles, y se acercaban a sus dominios, cargaron las llamas con todo lo que tenían de valor, incluyendo las cosechas, y emprendieron un viaje a las altas cumbres del Aconquija, para divisar a los enemigos. En su huída, pretendían que si llegaban a su Señorío (ciudad) no encontraren nada que les pudiera servir, ni siquiera para alimentarse. Estaban dispuestos a defenderse y de ninguna manera aceptaban el dominio español. Caminando, subiendo escarpadas montañas, llegaron hasta una gran Laguna, y decidieron arrojar todo lo pesado, sobre todo los bienes de oro a ella, porque estaban muy fatigados los animales, se retrasaban en la marcha y además de esa manera, el español, si los alcanzaba o se topaban con algún grupo de ellos, no se apoderarían de sus riquezas. Cumplida la misión, lograron apurar la marcha y continuar huyendo. Lo que se comenta es que en la Laguna encantada, cuando alguien se acerca, ven flotar una silla de oro y también aparece una porción de una enorme cadena de oro que tienta a tirar de ella. Pero ni siquiera pueden tomarla , porque al estar cerca de la orilla de la Laguna se desata una tempestad, las aguas se embravecen e impiden que alguien se apodere de estos tesoros. Otros cuentan que al intentar acercarse a la Laguna se desata un “viento blanco” que mata a los intrusos.

CONFLICTO

SAN MIGUEL DE TUCUMÁN.- Sin una solución a la vista, el conflicto entre las empresas citrícolas y un grupo de cosecheros autoconvocados que exige la reapertura de las paritarias, continúa escalando en esta provincia,de donde proviene el 80% de la producción nacional de limones.
Por segunda semana consecutiva, la Coordinación de Trabajadores Autoconvocados del Citrus lleva adelante un plan de lucha que incluye cortes de rutas que impiden el paso de camiones del sector productivo y bloqueos en los accesos a las fincas y plantas de empaque de limones, lo que mantiene paralizada a la actividad.
Desde Uatre advirtieron que el reclamo de los autoconvocados tendría un trasfondo político, en medio de la pelea interna que enfrenta al gobernador peronista Juan Manzur con su vice, Osvaldo Jaldo. “Acá hay intereses políticos de un sector que quiere tomar el gremio de prepo, con el apoyo de organizaciones sociales. También hubo una mano negra de la política, porque hay fotos y videos que confirman que días antes de que comiencen con los cortes de rutas y los bloqueos, la gente que participa de las protestas estuvo reunida con Jaldo”, denunció días atrás el dirigente de Uatre, Enrique Ledesma.
Por su parte, el secretario de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus), Lucas Méndez Trongé, advirtió que la protesta está retrasando la cosecha de limones en pleno inicio de la campaña, lo que pone en riesgo las exportaciones previstas por el sector. “En Estados Unidos la ventana para exportar desde nuestro país comienza a fines de abril y se extiende hasta junio, por lo que estas protestas están atrasando las ventas”, apuntó.
El dirigente explicó a LA NACION que, “si este conflicto se extiende y no se puede ingresar a las fincas para cosechar, la fruta se pasaría del calibre y color requeridos para la exportación, por lo que sería necesario destinar más cantidad de fruta para la industrialización y podría producirse un cuello de botella, dado que las fábricas tienen una capacidad límite de procesamiento”.

Entre 1966 y 1967 dos medidas de la dictadura militar asestaron a la agroindustria azucarera de Tucumán, el golpe más contundente de su historia. En 1966 se decretó la intervención de siete ingenios azucareros de la provincia con el objetivo de cerrarlos y desmantelarlos (ley 16926). En dos años cerraron sus puertas once establecimientos azucareros, aproximadamente el 40% de su parque industrial, con su consecuente secuela de desocupación. En relación con el estadio agrario, se sancionó la ley 17163 de 1967 que determinó la expropiación compulsiva de cupos a los pequeños cañeros de hasta tres hectáreas, medida que expulsó a alrededor de 10 000 productores de la actividad, sin contemplar una alternativa productiva viable. Los efectos de estas políticas fueron devastadores: se incrementó la desocupación en el campo cañero a niveles inéditos y tomó impulso un proceso migratorio que determinó la pérdida de población provincial.
Entre 1966 y 1967 dos medidas de la dictadura militar asestaron a la agroindustria azucarera de Tucumán, el golpe más contundente de su historia. En 1966 se decretó la intervención de siete ingenios azucareros de la provincia con el objetivo de cerrarlos y desmantelarlos (ley 16926). En dos años cerraron sus puertas once establecimientos azucareros, aproximadamente el 40% de su parque industrial, con su consecuente secuela de desocupación. En relación con el estadio agrario, se sancionó la ley 17163 de 1967 que determinó la expropiación compulsiva de cupos a los pequeños cañeros de hasta tres hectáreas, medida que expulsó a alrededor de 10 000 productores de la actividad, sin contemplar una alternativa productiva viable. Los efectos de estas políticas fueron devastadores: se incrementó la desocupación en el campo cañero a niveles inéditos y tomó impulso un proceso migratorio que determinó la pérdida de población provincial.
Entre 1966 y 1967 dos medidas de la dictadura militar asestaron a la agroindustria azucarera de Tucumán, el golpe más contundente de su historia. En 1966 se decretó la intervención de siete ingenios azucareros de la provincia con el objetivo de cerrarlos y desmantelarlos (ley 16926). En dos años cerraron sus puertas once establecimientos azucareros, aproximadamente el 40% de su parque industrial, con su consecuente secuela de desocupación. En relación con el estadio agrario, se sancionó la ley 17163 de 1967 que determinó la expropiación compulsiva de cupos a los pequeños cañeros de hasta tres hectáreas, medida que expulsó a alrededor de 10 000 productores de la actividad, sin contemplar una alternativa productiva viable. Los efectos de estas políticas fueron devastadores: se incrementó la desocupación en el campo cañero a niveles inéditos y tomó impulso un proceso migratorio que determinó la pérdida de población provincial.


AZUCAR

Desde su despegue, a mediados del siglo XIX, la industria azucarera de la provincia de Tucumán, a 1300 kilómetros de Buenos Aires, fue modelando las estructuras sociales, políticas y económicas locales. Fue también construyendo patrones de dominación cultural, respaldados con normas y prácticas que reproducían la hegemonía de la empresa en los espacios de producción y también en los espacios de reproducción. Sin embargo, las subjetividades obreras a veces entraban en tensión con las lógicas y los consensos cotidianos del ingenio. Uno de esos momentos de conflicto, se desató al comenzar la zafra de 1923, luego de que el gobernador tucumano Octaviano Vera firmara un decreto que dejaba a criterio de la libre negociación de las partes, el cumplimiento de dos leyes provinciales sancionadas unos meses antes.
Las dos leyes que perdieron su carácter de obligatorias, si eso era legalmente posible, eran un reclamo central para el conjunto de trabajadores azucareros. Una de ellas era la de jornada legal de 8 horas y la otra era la ley de salario mínimo para la industria azucarera. En ese sentido, la idea de que las leyes constituían un espacio inapelable de derechos puede ser uno de los ejes que sostuvo el conflicto. Los otros dos ejes estaban inscriptos en los problemas internos dentro del mismo gobierno y en la situación de crisis económica que atravesaba la provincia. En esa trama que involucraba negociaciones económicas, conciencia de derechos y acuerdos políticos, la huelga azucarera de 1923 se convirtió en un conflicto muy complejo de resolver, por lo menos sin pérdidas.
En Tucumán la temporada de conflictos era corta. Aunque en los años veinte algunas buenas zafras podían extenderse hasta septiembre, era de mayo a agosto el momento indicado para discutir los asuntos azucareros. El inicio de la cosecha era siempre el momento más tenso, no sólo porque llegaban los trabajadores temporarios o porque había posibilidades de paralizar tareas nodales del proceso productivo. Esos meses de otoño también se caracterizaban por la intensidad de las discusiones sobre el precio de la caña entre cañeros e industriales, y porque simbólicamente era el inicio del año activo en la provincia.
En Tucumán, mayo y junio siempre fueron meses de jornadas áridas, pero las de 1923 fueron particularmente conflictivas, porque la discusión por estas leyes generó una de las huelgas azucareras más importantes de la historia de la industria.
Los territorios del azúcar estaban construidos sobre la base de representaciones que caricaturizaban al obrero azucarero. Se afirmaba que solía ser un hombre vago, que no aspiraba “al mejoramiento y al bienestar” y que en cambio “desconoce los principios de la higiene, viste de harapos a sus hijos cuyo trabajo explota, y analfabeto en su mayor parte, odia la escuela que se los reclama, y que le exige cubrir su desnudez, gastando en ellos una mínima parte de lo que destinan al consumo de alcohol.”5 Ejemplos como este pueden citarse muchos. En la Revista Azucarera solía comentarse el mal manejo que hacía el obrero del dinero, ya que “no conoce tampoco los pasatiempos saludables.”6Incluso investigadores sociales de la Universidad destacaban que “La indolencia es la característica del poblador de nuestra campaña […]. De nada servirá que el obrero tenga mejor salario si le ha de emplear, como hasta ahora, para alcoholizarse” (Figueroa Román, 1943, p. 151).
En estas representaciones encontraban justificación los vales, las proveedurías y los magros salarios, así como también las medidas disciplinarias aplicadas sobre los trabajadores. Sin embargo, estas imágenes no se agotaban en las miradas desde arriba. En 1923 el editor del periódico anarco comunista tucumano Tierra Libre, J. Viñas Osorio, describió a los trabajadores de cuyas luchas daba cuenta, relatando que era “comúnmente analfabeto, las supersticiones religiosas están profundamente arraigadas en esos pobres espíritus, el alcohol hace día a día estragos incalculables, los caudillos políticos son los que más dominio ejercen sobre esa pobre gente.”

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