Hablemos de “apegos”

En «Verdes y Frites» nos dedicamos a conversar de lo que nos pasa también, porque somos personas, y a las personas nos pasan cosas…

El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.

Hay una relación SUJETO-CONTEXTO que determina nuestras matrices de aprendizaje.

¿Qué son las matrices de aprendizaje? son la forma con la que cada sujeto organiza y significa el universo de su experiencia. Es una estructura susceptible de modificación. Ana Quiroga una de las grandes autoras de la psicología social afirma que el encuentro de cada persona con el mundo real construye trayectorias de aprendizajes.

En esa trayectoria del individuo hasta convertirse en un sujeto, mediante los vínculos se construye una primera triangulación con el entorno.

Lo más importante entonces, es prestarle atención a los vínculos, no para determinar cómo hacerlo mejor, porque todas las formas de vincularse son aptas y son en realidad una consecuencia del vínculo anterior con el entorno, pero sí para comprender el andamiaje, el devenir a partir del vínculo. 

El vínculo tiene una estructura, y una significación para cada persona. En un vínculo, cualquiera sea, está todo implicado, y todo es complicado. Cada vínculo, implica al inconsciente, osea, a la historia de los vínculos acumulados en el sujeto, que condicionan a los otros vínculos, y a los roles que se toman en cada uno (ya vamos a hablar más adelante de los roles).

Hay principios de los vínculos que necesitamos entender, según Melanie Klein, otra gran teórica de las relaciones vinculares. 

  • Tenemos a la sociedad dentro (somos una construcción individual de los aprendizajes colectivizados. Estamos en sociedad. Vivimos en sociedad. Nos construimos en sociedad)
  • Detrás de todo contenido manifiesto hay uno encubierto un contenido latente. (esto va a ser importante entenderlo, para comprender los apegos)

También hay algunas características en los vínculos: 

  • La estructura triangular cambia, porque cambian los elementos en juego. 
  • La estructura vincular es conflictiva: en un vínculo entre semejantes, existe intrínsecamente una tensión, una rivalidad imaginaria entre el sujeto y el otro.

Entonces: El primer contacto establecido va a quedar como muestra de contactos posteriores. Todo el psiquismo y toda la personalidad del sujeto, se expresan a través de gestos que tienen una significación simbólica total.

Entonces, entendiendo un poco cómo nos vinculamos, con lxs otrxs, conmigo, y mi entorno, hoy vamos a hablar de los apegos. Hay distintos tipos de apego emocional que determinan la forma en la que nos relacionamos con los demás, desde la elección de nuestra pareja a cómo van progresando nuestras relaciones. Por esto, reconocer nuestro estilo de apego puede ayudarnos a comprender nuestros puntos fuertes y débiles en las relaciones. El apego se establece en la infancia con nuestros padres o cuidadores y, continúa evolucionando en la adultez como un modelo de trabajo para las relaciones.
Técnicamente, el apego es el conjunto de fenómenos psicológicos que nos llevan a adoptar patrones de comportamiento concretos y estables cuando nos relacionan con otros individuos o grupos.

John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil. Se dedicó a estudiar los efectos de la relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su vida adulta.

1. Apego seguro

El apego seguro se da cuando los padres consiguen ajustarse al equilibrio de necesidad de protección y de libertad de los pequeños: les dejan explorar a su aire pero con seguridad, y a la vez están ahí para todo lo que necesiten, tanto material como afectivamente. Por ello, es el tipo de apego más deseable.

En cuanto a sus implicaciones para la adultez, las personas que desarrollaron esta forma de apego tienden a sentirse apoyadas por las personas con las que tienen confianza y en general se ven con ánimo para emprender sus proyectos si se dan las condiciones materiales e intelectuales para conseguir esa meta. Además, lo tienen más fácil para desarrollar una buena autoestima.

2. Apego evitativo

En el apego evitativo, los pequeños aprenden que no pueden esperar gran cosa de sus cuidadores, y por eso muestran una tendencia a la evitación de las experiencias sociales y parecen ensimismados en estímulos en los que pueden centrarse como individuos. Sería como el desarrollo de autosuficiencia compulsiva, y distanciamiento emocional.

Una vez han llegado a la edad adulta, quienes desarrollaron este tipo de apego pueden necesitar acompañamiento para aprender a gestionar adecuadamente sus relaciones sociales y adoptar compromisos a largo plazo, dado que les cuesta confiar en los demás y tienden a centrarse en ellos mismos. Se desarrollan conductas de mucha independencia, pero no desde la seguridad sino desde el autocuidado, y buscan deliberadamente la soledad porque se sienten incómodos, o incómodas en las relaciones. La independencia alcanza una importancia vital en la que se esconde un gran temor a establecer vínculos afectivos cercanos.

3. Apego ambivalente o ansioso

En el apego ambivalente, los niños y niñas temen lo imprevisible de las interacciones con sus cuidadores, dado que algunas veces fluyen bien y otras traen consigo experiencias desagradables. El hecho de no saber qué esperar les lleva a desarrollar alteraciones ligadas a la ansiedad. La manera de explorar el medio ambiente es poco relajada y siempre sintiendo el temor de alejarse de la figura de apego, necesitan constantemente la aprobación de personas externas.

En la adultez, el apego ambivalente puede dar paso a problemas de ansiedad cuyas consecuencias se van acumulando en el tiempo, y también es habitual desarrollar dependencia en las relaciones de pareja, al sentir preocupación por el abandono. La manera de explorar el medio ambiente es poco relajada y siempre sintiendo el temor de alejarse de la figura de apego, necesitan constantemente la aprobación de personas externas. En la edad adulta, las personas con este tipo de apego viven las emociones de forma muy intensa y puede llegar a evitar sus emociones ya que consideran que no podrán gestionar su intensidad y viven entre la ambivalencia de la proximidad y el rechazo, puesto que las dos vertientes les generan malestar. El miedo al abandono es muy recurrente.

4. Apego desorganizado

El apego desorganizado es el tipo de apego más dañino. Se da en familias claramente disfuncionales en las que hay violencia, consumo problemático, malas condiciones de vida, etc. 

El apego desorganizado es una mezcla entre el ansioso y el evitativo y se desarrolla a causa de vivir diversas situaciones amenazantes por parte de lxs progenitorxs. Se producen comportamientos y actitudes contradictorias e inadecuadas ya que no confían en sus cuidadorxs. 

Este apego genera huellas profundas en la personalidad puesto que crecen en sensación de inseguridad, impulsividad y en la mala gestión de la salud emocional. Los adultos que desarrollan este tipo de apego necesitan que los demás satisfagan sus necesidades. Si ven que el otro no puede hacerlo, intentan contener las emociones, pero si las expresan es de forma exagerada y descontrolada. Suelen intentar tomar el control de la situación para manejar esa sensación y hacen cambio de roles. Hacen de

cuidadores y se muestran excesivamente responsables, cuidando y a la vez rechazando a la otra persona. Tienden a generar dependencia emocional, ya que las mismas personas que les cuidan son quienes les hacen sufrir y se aferran a ellas como método de salvación.

El apego nos hace crear una primera imagen de lo que nos rodea, la cual interiorizamos a mucha profundidad. Salvo que después aprendamos otros patrones, entenderemos que esa es la manera de relacionarnos con las personas a las que queremos. Pero se puede cambiar el patrón, estos no son malos, son una respuesta a nuestras experiencias, y cambiando las experiencias, cambiamos también nuestros patrones.

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