¿La Copita  o el papel higiénico? 

Editorial – Nota de opinión: Liliana Hendel, psicóloga, periodista, Secretaria de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades del Partido de La Matanza. – 11 de Junio 2023.
– El 29 de mayo último, se realizó el lanzamiento del programa “MenstruAR”, en la previa del 3J “Ni una Menos”

Frente a mí, en la televisión, la imagen de una mujer adulta joven, es funcionaria por lo que sus palabras valen doble. 

Cuando hablamos del pacto democrático-ese que cumple 40 años– hablamos de no atravesar ciertos límites, podemos ganar o perder una contienda o una discusión, pero desear o promover la destrucción de un ser humano, un grupo o una comunidad completa entra en otra esfera: la de la crueldad. 

Desde que en plena pandemia un grupo de economistas feministas con Mercedes D´Alessandro a la cabeza inicio el recorrido de lo que sería luego el programa de Justicia Menstrual, más voces, más municipios, más provincias, se fueron sumando con una idea clara acerca de que achicar la brecha es un objetivo de la política pública, solo posible en un gobierno nacional y popular, llevada adelante por áreas de género, en particular por áreas de género coordinadas por feministas. Es decir, el Estado cumple una función reguladora a través de sus organismos y de sus agentes. 

Me importa señalar que esto surge del área del Ministerio de Economía que investiga la brecha y la desigualdad mirando los números puros y duros. ¿Alguien, entonces, se preguntó cuánto gasta una mujer a lo largo de su vida para gestionar su menstruación de una manera digna, es decir higiénica? 

¿Luego se preguntaron, qué hace una mujer, jovencita o adulta, una persona no mujer que menstrua, para resolver la imposibilidad de comprar por falta de dinero?  

Y las respuestas fueron dolorosas, humillantes, descubrieron que la falta de insumos produce ausencias laborales, ausencias escolares, imposibilidad de salir a la calle por miedo a mancharse con sangre y no poder ocultarlo. Si una se mancha lo que recibe en una sociedad patriarcal y machista es burlas, chistes malos, palabras ofensivas. No es divertido como tirarse un helado encima, es vergonzante como hacerse pis encima. 

Por su universalidad estamos describiendo una situación de SALUD PÚBLICA que estuvo invisibilizada como problema social, porque como tantas otras cosas nos convencieron que ese era un tema “privado”. 

Si te pega o te viola es tu problema, si pariste sola y con miedo es tu problema, si conseguís trabajo con salario (porque del otro tenemos de sobra) y no tenes con quien dejar a les pibis es TU PROBLEMA. Privatizar lo social, construir sentidos comunes que solo tienen en común la culpa que produce cada una de esas cosas vividas como irresueltas. 

Y siguiendo a tantas feministas estudiosas, esa CULPA no es un concepto religioso ni hormonal, es una feroz inoculación patriarcal que produce efectos en la subjetividad y en la socialización de nosotras, las mujeres que parimos, menstruamos, somos protagonistas de situaciones de violencia y tenemos una carrera de obstáculos para acceder a la justicia. Y la pregunta que no solo Mirtha Legrand se hace es ¿que habremos hecho mal para que nos pase esto? 

Entender que NOS pasa y salir del ME pasa es un trabajo delicado que de la mano de la militancia va desalambrando viejas ataduras invisibles, pero altamente efectivas. 

Estamos, entonces hablando de derechos

 Acceder a derechos a través de políticas públicas de un estado que estudia las diferencias, entiende que éstas producen desigualdades y define generar acciones para resolverlas. 

El programa de justicia menstrual, mal que le pese a quienes comparan copitas con papel higiénico, produce efectos liberadores en la autonomía personal, en la economía privada y en el medio ambiente al que tanto dañamos a diario, en este caso con plásticos no degradables. 

¿Muchas veces me pregunté por qué la sangre de los comerciales sería azul? El cambio de color llego antes que la respuesta. Ahora la sangre es roja también en las publicidades. No fue magia, fue militancia. 

El programa habilita la palabra, ya no decimos “me vino”” me indispuse” (no estoy dispuesta) decimos, diremos menstrúo. 

 Podremos vivir con alegría estar saludables y disponer de recursos para que la vida no se detenga una vez por mes como un castigo bíblico anticipado. 

Esto que parece tan inofensivo molesta tanto como molesta que en vez de llorar cantemos o que lloremos cantando. Irrita que en vez de encerrarnos nos agrupemos o que nos encerremos agrupadas. Le molesta al sistema opresor la alegre libertad de quienes durante siglos vivieron la opresión como natural e irremediable.  

Tal vez a las funcionarias que proponen que usemos papel higiénico pera contener el sangrado, hay que explicarles que eso ya se hace en los barrios y que es antihigiénico y produce enfermedades.  

 Son las mismas que se oponen a la implementación de la ESI, con el slogan CON MIS HIJOS NO TE METAS, se opusieron al matrimonio igualitario y a la ley de identidad de género. Amenazan con cerrar los ministerios de la mujer y con derogar la legalidad del aborto si son gobierno y consideran que el Estado no debe intervenir en cuestiones “privadas” salvo que se trate de sus deudas. Las copitas y el papel higiénico son mucho más que lo que parecen ser, son la referencia de una posición ética. 

MENSTRUAR ES CARO, agranda la brecha entre ricas y pobres perpetuando la desigualdad, por eso ¡MENSTRUAR ES POLITICO!  

SIN FEMINISTAS EN LOS LUGARES DE DECISION NO HABRA “NIUNAMENOS” 

Sin reforma judicial no hay ni habrá NIUNAMENOS