Asesinato social, todos somos un poco culpables

En «Verdes y Frites» nos dedicamos a conversar de lo que nos pasa también, porque somos personas, y a las personas nos pasan cosas… 

Yo (Lourdes Michiqué) venía pensando en la semana, para hablar de cómo las legislaciones, las acciones políticas, las decisiones políticas afectan a nuestra salud mental… Pero en el medio, fallece Silvina Luna, como victima de una asesinato social, que para mi… y solo para mi, termina de clavar el puñal Anibal Lotocki y su empresa a costa de los cuerpos, pero que es una consecuencia de un gran sistema que se recrudece a medida que pasa el tiempo, aunque a veces creemos que todo eso ya no rige en la sociedad actual.

Los medios de comunicación hegemónicos son grandes formadores de opinión pública como así también creadores de valores sociales. Tienen el poder de presentar ideales, estereotipos de cuerpos y apariencias que son inalcanzables. 

Las exigencias sobre el cuerpo han generado que los trastornos de la conducta alimentaria hayan aumentado en los últimos años. “Argentina está dentro de cinco países que posee más personas afectadas por patologías, donde 1 de cada 100 mujeres sufre anorexia. Explícitamente es el 2do país con mayores tasas de trastornos de la conducta alimentaria” Esta es una de las tantas variantes en las que estos parámetros de belleza, y de aceptación del cuerpo se desarrollan en nuestro país, en las conductas alimentarias, pero sabemos que solo es una de las tantas formas, estan las cirugías, la falta de aceptacion del cuerpo atenta tambien contra la salud mental, el equilibrio emocional, en la vida cotidiana, en afectaciones cutaneas, gastrointestinales… en todo. 

Desde el psicoanálisis se piensa al cuerpo a partir del lenguaje, por ende siempre va a estar influenciado por los medios y la cultura. Al cuerpo lo entendemos como el mediador entre el exterior y la vida psíquica, al ser el mediador está completamente influenciado por el afuera , en esta línea las redes sociales profundizan la problemática, y Silvina Luna fue una víctima de los estereotipos, de las redes, de los medios, del consumo, de la cosificación, de la demonización, y mucho más.

Hay una cultura muy pegada a la imagen del cuerpo sobre todo en las redes sociales como Instagram, donde lo único que importa es mostrar lo mejor, con el ángulo que mejor te favorece

Lo que entra en cuestión es la mercantilización de los cuerpos cosificados, los estereotipos, el negocio de la belleza y el impacto que generan en la vida cotidiana.

El mensaje que intenta disciplinar a las personas a través de la estética, de la moda y de la medicina cambia de traje, se maquilla de innovador y se viste de seda, pero siempre desemboca en el mismo lugar. Antes llegaba por la publicidad, las revistas y las telenovelas. Ahora, que ese lenguaje no se adapta al de los jóvenes, se disfraza de “me gusta” para volver al ruedo. 

¿De qué hablamos cuando hablamos de belleza hegemónica? 

De un modelo que nos propone como única opción válida la juventud, la delgadez, pieles sin imperfecciones y  blancas, cuerpos hiper delgados con pelos lacios y largos. Todo lo que se salga de ese molde pareciera pertenecer a un cuerpo imperfecto, fallado, con cosas que corregir. Y cuando de esto se hace una bandera, debería aplaudirse por la valentía. “Mirá qué bueno que se anime a mostrar su cuerpo así”, dirá una señora cualquiera mirando a una joven cualquiera que camina suelta con sus calzas cortas y ajustadas

La muerte de Silvina Luna pone el foco sobre la presión social de “encajar en cánones de belleza” El caso de Silvina Luna es icónico porque hace visible algo que es muchísimo más común de lo que se piensa, que es cómo en esta búsqueda infinita, porque no tiene límite, de encajar en el estándar de belleza que nos rige en este momento, pone en riesgo la salud y la vida. 

Fabiana Solano, socióloga y periodista, sostuvo que el caso de Silvina Luna “permite dar visibilidad a una problemática que es histórica, mucho más amplia, más compleja y que es casi estructural de nuestra sociedad, que tiene que ver con el disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres a través de los estándares estéticos de belleza”.

La escritora y doctora en Ciencias Sociales Esther Pineda se refirió en junio de este año a la violencia estética como un conjunto de narrativas, representaciones, prácticas e instituciones que bombardean con los estereotipos y cánones de belleza que presionan a las mujeres a responder a ellos, que discrimina a aquellas que no satisfacen esa expectativa

La presión por tener una imagen corporal perfecta es algo a lo que muchas personas se enfrentan a diario. Los estereotipos de belleza impuestos por la sociedad pueden ser muy difíciles de cumplir, especialmente para aquellos que no encajan en los patrones tradicionales de belleza. Esta presión puede llevar a la gente a sentirse insatisfecha o insegura sobre su apariencia, lo que a su vez puede conducir a trastornos alimentarios, depresión y baja autoestima.

El body shaming es un problema muy común, especialmente en las redes sociales, donde las personas a menudo comparten fotos de sí mismas y reciben comentarios tanto positivos como negativos de sus seguidores. Aunque algunas personas pueden ser capaces de ignorar los comentarios desagradables, para otros puede ser muy difícil hacerlo y puede afectar su autoestima y su salud mental.

Es importante tener en cuenta que el body shaming y la presión por tener una imagen corporal perfecta no son problemas que surgen de manera aislada, sino que están enraizados en la sociedad y los medios de comunicación.

A menudo, se promueven ciertos estereotipos de belleza y se da a entender que solo ciertos tipos de cuerpos son considerados atractivos o deseables.

Estos estereotipos pueden ser muy difíciles de cumplir y pueden llevar a la gente a sentirse insatisfecha o insegura sobre su apariencia.

Además, en los medios de comunicación a menudo se presentan imágenes retocadas de personas con cuerpos perfectos, lo que puede contribuir a la creencia de que debemos esforzarnos por tener una imagen corporal perfecta. Esto puede ser especialmente difícil para las personas jóvenes, que a menudo son más vulnerables a la presión por cumplir con estos estereotipos.

Por otro lado, la gordura no es una enfermedad, es parte de la diversidad corporal. La salud y la enfermedad vienen en todos los talles. La gordofobia es un sistema estructural que afecta la calidad de vida en todos los ámbitos, simplemente por tener un cuerpo fuera de la norma.

tips: Tener una red de apoyo puede ser especialmente útil para protegerte del body shaming y la presión de la imagen corporal.

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